Aquí brotan grandes flujos de agua, de estas montañas nace lo que puede saciar la sed, la sequía y el deseo. Del cuerpo también brotan algunos líquidos que en las mejores condiciones pueden lograr los mismos resultados. En la Edad media progresaba la creencia de un macrocosmos y microcosmos, una especie de humildad y poder que esconde cada cuerpo; así como nos percibimos diminutos frente al universo, dentro, en nuestro interior, reside un universo igual o mayor. Pensándonos como un todo, ¿qué líneas podemos tramar y trazar de una montaña a un cuerpo? Esta relación es una excusa para así entendernos fuera de nuestros supuestos ya instaurados, volver una maraña, un enredo, todos los lineamientos que nos condicionan.
En colaboración con Suzanne Bioret.